Patricia Orozco*
Es relevante empezar aclarando que el municipio es la unidad base de la división política y administrativa del país y se organiza y funciona con la participación ciudadana, según los artículos 49, 50, 51, 175 y siguientes de la Constitución Política de la República de 1986, reformada en 1993. Del mismo modo, la Ley de Municipios (1988) restituye a los gobiernos locales competencias sobre materias que afectan al desarrollo, la preservación del medio ambiente y la satisfacción de las necesidades de la población. En 1990, al elegirse las autoridades municipales a través del sufragio directo y secreto, se inicia un proceso de descentralización del Estado. La descentralización no es más que la transferencia de poder de decisión a niveles de gobierno más cercanos a la gente, como una condición fundamental para el fortalecimiento de la democracia y el desarrollo social.
El espacio local descentralizado
La descentralización ha permitido experimentar fenómenos que fortalecen la institución del municipio. Genera una ruptura con centralismo, esas prácticas centralistas que han conllevado al caudillismo, dictaduras y gobiernos autoritarios; permiten un ordenamiento territorial más certero con una verdadera inclusión de lo rural; genera las condiciones para crear nuevas propuestas de desarrollo propias que tomen en cuenta las necesidades y particularidades de los espacios locales; proporciona autonomía y protagonismo al municipio como actor clave y protagonista de su desarrollo; hay una apertura de espacios de concertación social local y nacional que permite un estudio más especifico de las necesidades y finalmente, permite desarrollar la participación ciudadana, creando ciudadanía y un acercamiento entre los electores y las autoridades.
Si existiera una mayor descentralización del estado se podría generar una amplia participación ciudadana en la planificación y gestión de programas de desarrollo para obtener una respuesta apropiada a las necesidades locales, mediante un proceso más ágil y flexible de toma de decisiones. Esta participación por medio de la descentralización promueve planes e intervenciones del Estado integrales y coordinados. Además, abre el desarrollo de formas de ciudadanía más fuertes y responsables, comprometidas con el desarrollo local lo que genera recursos adicionales (humanos y materiales) y origina un uso más eficiente de los recursos existentes.
El verdadero valor de la participación
La participación ciudadana es la condición necesaria para lograr una mejora en la vida de la gente. Existe una relación directa entre mejoras económicas y sociales en las comunidades y municipios y un aumento de la participación. Por consiguiente, permite que se haga posible la triple dimensión de: poder local, democracia y ciudadanía; pero requiere de una sociedad civil que participe en los procesos de decisión en la búsqueda del desarrollo endógeno.
Es necesario que exista Información transparente y fluida entre el gobierno local y la ciudadanía, que se desarrollen consulta ciudadana mediante métodos de encuesta, asambleas, referéndum... Las toma de decisiones deben ser concertadas, rectificadas y legitimidades en los Comités de Desarrollo Municipal, que haya un verdadero involucramiento de la ciudadanía en la Movilización de Recursos y se generen así los Presupuestos participativos, que promueven la más amplia y directa participación de la población en la gestión municipal y el desarrollo local. Estas actividades permiten la construcción de una nueva cultura democrática.
La cultura democrática es fruto de un largo y sostenido proceso de aprendizaje en el que la educación sistemática tiene un papel fundamental, puesto que la misma es el requisito indispensable de la configuración de la ciudadanía. Esta debe ser una educación para la consolidación del sistema democrático; una educación cívica que haga de los espacios escolares, espacios de intercambio y participación que forme a los individuos en los principios y valores de la democracia y la participación.
La contribución de la comunicación al proceso
Dentro de todo estos procesos de descentralización, participación y educación también está involucrada y fuertemente la comunicación, que debe ser proceso planificado y no acciones aisladas. Un proceso de comunicación que implique propósitos y objetivos que contribuyan al desarrollo local y a las acciones educativas en democracia y participación ciudadana.
El sistema de comunicación es un sistema finalizado e interactúa cotidianamente, influye y es a la vez influido por el sistema social, dentro encontramos a los medios de comunicación social cuyo rol fundamental es informar, educar, despertar el interés de ciudadanas y ciudadanos hacia lo público, autoridades, partidos, ciudadanía. Una Educación para la participación. Educación hacia la ciudadanía y el Estado.
Una buena experiencia
La experiencia del Programa Radial Onda Local que se trasmite por Radio La Primerisima es un ejemplo claro de cómo los medios y periodistas comunicadores pueden contribuir a crear espacios que fortalezcan el espacio local y de ese modo apoyar el desarrollo. Onda Local tiene un perfil propio: los municipios, al diálogo entre autoridades locales, nacionales y ciudadanía; y trabaja mediante la búsqueda de alianzas con Sociedad Civil, la participación de autoridades locales y nacionales, el acompañamiento de autoridades locales frente a autoridades nacionales y la producción radiofónica que promueva la participación ciudadana.
Esto ha permitido la socialización de experiencias y grupos y de la ciudadanía en general y ha creado un diálogo amplio entre autoridades locales y nacionales lo que nos deja como enseñanza que se necesita de Profesionalismo y actitud crítica frente al poder para contribuir verdaderamente al desarrollo y al cambio de actitud en la ciudadanía pues el periodista es un poder influyente.